Clara Alsina, 1993. Nacida en Mendoza Argentina
Estudió en San Juan y en la actualidad reside en San Luis. Tripartita entre puntana, sanjuanina y mendocina ha tenido la suerte de crecer disfrutando de la montaña, la nieve, refugios, esquí, escalada, caminatas, ríos, rafting, el viento zonda y chorrillero, paja brava, algarroba y sol. Contemplado la entrega del no-paisaje cuyano y su sensibilidad agreste.
Actualmente trabaja como Profesora de Artes Visuales en el Nivel Secundario del Sistema Público de Educación Publica y dedica todas las acciones posibles a la actividad artística.
Llora lento el saqueo / Reinstauración del cauce
Chamanto para Antonia, Yeyenta es con el territorio
Un sitio que era edén, blanca ambición lo disecó, es desdén.
Un territorio obligado mediante el robo del agua a su masculinidad.
El patriarcado hecho geografía, suelo, clima.
El capital una vez más extingue flora medicinal y fauna endémica, nativa.
Aquel caudaloso río que en palabras del rastreador
estaba lleno de flamencos, juncos y garzas,
lo cruzaban en balsa.
Lagunas hermanadas de agua dulce y salada,
ojos de agua que entrecruzan miradas,
ojos de nube y río del cielo, corriente-destellos.
Desertificado territorio en pos de una empresa, otra minera.
Ahí vive ella.
Yeyentá es territorio.
No ha emprendido éxodo por sed alguna.
De huesos rotos y mirada pétrea
No le entra en el cuerpo su dureza.
Aprendida fuerza,
arrugado cuero de resistencia.
La imagino parturienta entre médanos acalorados,
escudada por chañares, que conservan
el verde en su corteza solo para ella.
En la siesta, brillan sin cautela
húmedos susurros de su madre, de su abuela.
No es un chamanto,
Es hacer un río.
No es artesanía,
Es devolver su rio.
No es solo un río
es una joya.
No es arte
es agua que corre.
No es bordar,
es re-cauce.
No es dorar a la hoja,
es vuelta del edén.
No es mi fuerza de trabajo,
Es el deseo de riego.
No es mi deseo,
es pedir perdón.
No es teñido,
es un ruego.
No soy yo,
es la crecida.
Un presente para Antonia,
Agua en el desierto.
Junquillo a beber cuando la sequía y el saqueo
nada dejan florecer ni nacer.
Cuando emprendimos el regreso, cuando nos despedimos del territorio apareció una pregunta
¿Cómo volver?
Volver a la cabaña donde vivo, a mi patio, a mi trabajo, a mis vínculos, al monte, a mí, a la
existencia.
Pero luego a ese interrogante sin respuestas se le sumó un nuevo punto cardinal, ¿Cómo
volver al territorio?
Luego de tanta entrega que se me fue regalada, no puedo ni debo, ni quiero volver con las
manos vacías. Lo más preciado que tengo es mi tiempo, mi fuerza deseante y un humilde
quehacer que ronda el arte y la artesanía. Una chalina que es chalina, pero también es agua
que corre, re-cauce, vuelta del edén, magia.
Vuelta del malón, garzas y flamencos, crecida. Reinstauración de su cauce, agüita
“convictiva”.
La hechura comienza con la investigación mediante la recolección de flora nativa o ancestros
con el fin de comenzar a detectar qué plantas pigmentan el lienzo que llevé al territorio.
Luego entiendo que soy occidental y que, si mi intención es la de no saquear ninguna ínfima
parte del territorio, entendido como lo hace la Comunidad Huarpe, esta vez los espejitos de
colores son para mí.
Desnaturalizar y desmantelar la idea de que ese viviente lugar está a mi servicio. Entonces, mi
trabajo sobre la tela responde a mi ser blanca, por lo que esta vez mi lenguaje europeizado se
vuelve ofrenda y servicio para lo ancestral, preexistente u originario.
Sacrifico mi occidente, ofrendo mi capital, comulgo fuera de la biblia y los evangelios.
Otra vez, DESERTAR.
Material realizado en el marco de la "Residencia Interculturalidad simbiótica"
coordinada por PUNTO Plataforma. Territorio Huarpe Pinkanta. Año 2023.